jueves, 13 de agosto de 2009

2º parte

Luego de haber pasado el final de historia, vuelvo un poco a la normalidad...disculpen la tardanza...valio la pena sacrificar estas semanas para sacarme ese inesperado 9!
2 de Abril - 1974
Hace apenas unas horas estaba todavía en el aeropuerto de Lisboa. Mientras escribo no caigo, no tomo conciencia del lugar en el que estoy. Pasé diecinueve años de mi vida escuchando historias sobre familiares a los que ahora estoy viendo, con los que acabo de compartir una legítima y deliciosa feijoada
[1] portuguesa. Este plato es típico en el norte de Portugal, sin embargo, la gente del sur lo adoptó también como propio. Por eso, en Algarve, provincia más austral de este país y lugar donde me encuentro ahora, no es raro encontrar cosas en común con las demás regiones. Empecé a notar que el pueblo portugués estaba más unido de lo que pensaba.
Debería contar el por qué de mi viaje tan improvisado. El problema es que ni siquiera yo me doy cuenta del motivo por el cual, de un día para el otro, mandé una carta desde Argentina avisando que inminentemente andaría por estas tierras. Afortunadamente, la carta llegó antes que yo, ya que al bajar del avión uno de mis tíos me estaba esperando. Admito que en pocas horas he vivido emociones muy fuertes, intentando imaginar el desembarco de mis abuelos en Argentina, sin saber que se encontrarían. Yo corría con la ventaja de imaginarme con qué me podía enfrentar, además sabía que, al fin y al cabo, tendría un techo donde hospedarme. No se cuanto tiempo me quedaré aquí, por lo pronto quiero conocer más a mis familiares, porque eso desencadenará en un armado genealógico, de raíces, que siempre tuve la necesidad de completar. Suelo escuchar a mis amigos y familiares diciéndome que soy un estudiante de periodismo inquieto, con ganas de buscar información hasta donde no la hay. No se si soy tan así, esta vez no quiero ser ni estudiante ni periodista, simplemente quiero reencontrarme con mi pasado.

5 de abril
En Europa es primavera. Dormir en una palestra
[2] no es una situación cómoda, pero hacerlo en ésta época del año, si lo comparamos con el invierno, es una bendición. Cuando les dije a mis tíos (como siempre, en un portugués que no se asemeja a la lengua portuguesa ni por asomo) que quería dormir, aunque sea una noche en la palestra, me miraron incrédulos. Quizá puedan aceptar las diferencias culturales, que en sí no son muchas, pero de ahí a entender locuras como éstas, había un trecho largo. Finalmente, y luego de explicarles que quería sentir lo que tantas veces mi abuelo padeció, accedieron, aunque no en conformidad.
Haciendo cosas como ésas me lleno de manera superficial, pero la procesión por dentro es muy dura. Siento culpa. ¿Qué le di yo a mis abuelos hasta ahora? Nada, solo el respeto y el orgullo que ellos se merecen por haber logrado sobreponerse a tanto sufrimiento. Pero fueron ellos los que padecieron de chicos, quienes tuvieron que ganarse el pan día a día. Dormir en una palestra es incómodo, sí, pero peor debe ser que eso se transforme en una costumbre, saber que es la única alternativa.
Sin embargo, creo estar encontrando el por qué de este viaje que emprendí. Estoy logrando darme cuenta de que si vine hasta aquí fue por algo en especial. Anoche, entre el fardo y los animales, pensé mucho, y hasta encontré diarios de hace unos días. En todos ellos había una seria intención de elogiar de manera celestial a Salazar, como si fuera el representante legítimo de un pueblo, pueblo que, según los periódicos, está contento con el andar del máximo mandatario. Cuanta mentira pueden decir los diarios si se encuentran manipulados, porque cuanta gente tuvo que irse, cuanta gente padece todavía, cuantos conformes con tan poco...Y para el pueblo común, aquel que conforma el grueso de la nación, para ellos nada.

9 de abril
Cuando deseamos que una semana transcurra lentamente, vemos cómo ese deseo queda trunco. En cambio, si queremos que pase rápidamente, pareciera como si una mano invisible se aferrara a las agujas del reloj. No le creo al calendario cuando me señala que ya hace siete días que llegué. Resumiendo, estoy muy satisfecho con el trato recibido por mis parientes, sin embargo, no logro entender por qué a veces se extrañan de mis actitudes. Hace unos días, uno de mis primos me presentó a un amigo suyo llamado Manoel. El motivo por el cual quiso que yo hablase con él, a mi me resultó raro en un principio, pero luego este hecho me hizo dar cuenta de qué era lo que pensaban mis familiares de mí.
Manoel es un joven de 25 años, estudiante de sociología en una universidad de Lisboa. Por lo que entendí, todavía no se pudo recibir, aparentemente por actos de indisciplina. El mencionó una palabra que me sonó a subversión. Mi primo, Sérgio, me lo presentó por sugerencia de mis tíos, quienes creen que me estoy haciendo mucha mala sangre (y hasta discuto con ellos) a raíz de los problemas político-sociales en Portugal.
Este muchacho, además de ser futuro sociólogo, milita fervientemente en el Partido Socialista Portugués, uno de los movimientos de izquierda más recientes de este país, así que fue por esta razón, más que ninguna otra, por la que me terminé de dar cuenta que mis parientes saben acerca de la causa que me aqueja internamente. Están dispuestos a apoyarme en mi decisión por ayudar a mejorar un poco las cosas.
“Vamos, Lisboa espera-nos”. Así de determinante fue Manoel, luego de explicarme que existe una posibilidad de que las Fuerzas Armadas lideren un golpe secreto para acabar con Salazar. Los partidos de izquierda apoyarían ese golpe en caso de darse, y yo, si me quedara en el molde estando allí, podría arrepentirme el resto de mi vida.
El germen de revolución que jamás me había brotado en Argentina, está floreciendo en grandes proporciones a medida que escribo, a medida que vivo. Si Lisboa nos está esperando, pues hacia allí iremos.

12 de abril
Lisboa está enrarecida. La gente murmulla constantemente. Se quejan mucho los comerciantes por los castigos con formas de impuestos, que, valga la redundancia, les son impuestos desde arriba. Yo estoy tranquilo. O trato de demostrarlo, ya que en mi interior se desata una batalla campal. Debido a qué, no lo sé. Tan solo dos días en la capital, conviviendo de la forma más clandestina que jamás había experimentado con otros potenciales revolucionarios, en realidad se me hicieron dos años. A su vez, siento gran envida -sana- por los otros jóvenes, quienes parecen llevar la causa con una paz interior imposible de igualar de mi parte. Soy uno de los más garotos del grupo, aunque algún que otro estudiante de secundario siempre se hace presente. Sin embargo, sí soy el más pequeño en cuanto a experiencia revolucionaria, noto que soy un embrión en formación. Ellos batallan desde hace mucho, y la mayoría, al estar exiliados en Francia, incorporaron mucha ideología. Qué difícil es la vida del subversivo. A la distancia cree que es poner una bomba y listo. ¿Y si sale algo mal y se es atrapado por el rival? Por eso la clandestinidad es muy dura, hay que pasar desapercibidos. ¿Estoy realmente capacitado para llevar adelante una causa como ésta? Cargar con ansiedad y angustia al mismo tiempo no es para débiles, y tengo miedo de serlo.
17 de abril
Estoy tan angustiado que ni siquiera me inspiro para escribir. Ya no hablo de escribir algo bien formulado, ni siquiera puedo agarrar la lapicera. Caramba, que complejo me resulta el idioma portugués. Toda mi vida lo escuché hablar, o eso creía. El verdadero idioma no era aquel con el que me criaban mis abuelos, sino éste, bien puro y sin contaminación de otras lenguas. La comunicación con los demás no es mala, todo lo contrario...Casi todos saben, y comprenden, la situación en la que estoy. Me brindan ayuda, sobre todo el bueno de Manoel. El se siente culpable por haberme incentivado a seguirlo. No es que uno no pueda dar marcha atrás, pero me daría vergüenza abandonar una causa en la cual represento todo un pasado mío, aquella parte más cercana en mi genealogía. Hoy por hoy me siento más fuerte que débil, pero la angustia no cesa. Vivimos continuamente esperando que alguien nos descubra y nos liquide. Ya es algo común y corriente notar que algunos compañeros no aparezcan más. Sabemos que los centros de detención son masivos.
Escribí alguna vez acerca de la posibilidad de que las Fuerzas Armadas se rebelen. Por ahora, sólo palabras. Los hechos revelan que, por el momento, son más una fuerza de destrucción para la conservación, que una fuerza de destrucción para la reconstrucción. La aparente resignación que se dibuja en las caras de nuestros líderes de izquierda es bastante elocuente, porque se sienten solos. Sin embargo, esa resignación va acompañada por fugaces apariciones de esperanza. De una cosa estamos todos de acuerdo: la revolución, en caso de que se pueda dar, será sin armas.
[1] Feijoada es uno de los platos típicos de la cocina brasileña (considerado como plato nacional) y norte de Portugal. Sus ingrediente básicos son los frijoles (suelen ser negros en Brasil, blancos o rojos en Portugal) y la carne de cerdo en salazón. Se suele presentar acompañada de arroz y naranjas.

[2] Palestra se le llama en Portugal a una especie de galpón en donde duermen de noche algunos animales, como si fuera un granero.

1 comentario:

  1. Me gusta cómo el protagonista se va adentrando en el pasado, haciéndoselo notar al lector a través de pistas salpicadas hasta que no quedan más dudas. Espero la continuación.
    Saludos!

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